RECUPERANDO
TERRENO SIN PARAR*
En el invierno de 1976, la categoría de prototipos
pendía de un hilo para el campeonato mundial de resistencia. Los organizadores
querían dar más protagonismo a los coches de producción o GT y dejar a un lado
a los prototipos. Porsche no era partidario de esto, y ese mismo invierno
presentó el novísimo Porsche 936, un prototipo de carrocería abierta propulsado
por un motor seis cilindros bóxer de 2.142cc ya visto en modelos anteriores de
la marca, pero potenciado hasta alcanzar los 520cv de potencia. Como ya era
habitual en la casa de Stuttgart, Porsche innovó pero a partir de material ya
existente en sus talleres. La suspensión, frenos y caja de cambio estaban
cogidas de los míticos 917. Su chasis, aunque más moderno, también estaba
inspirado en aquellos monstruos de las carreras que 7 años antes habían
empezado a atemorizar a todos sus contrincantes. Como venía siendo habitual en
los años 70, Porsche decoró sus coches con los colores del Martini Racing,
primero en negro y posteriormente en blanco. La primera carrera vestido de
negro (la primera y última) el 936 casi fulminó a todos sus adversarios en
pocos kilómetros, pero un fallo en el cable del acelerador obligó al “diablo
negro” (apodado así por la prensa) a abandonar. Era la primera carrera, y aun
sin haber llegado ni siquiera a la bandera a cuadros, ya se veía que apuntaba
maneras. Después el Porsche se vistió de blanco y barrió a todo oponente de las
pistas, ganando seis de las siete carreras del mundial de 1976. Esto tiene aún
más mérito si se tiene en cuenta que Porsche sólo se desplazaba a los circuitos
con una sola unidad de su prototipo, lo que obligaba a no cometer ni un solo
error.
En junio de 1976, Porsche inscribió dos 936 en las
24h de Le Mans, confiados a las parejas Barth-Joëst (#18) e Ickx-van Lennep
(#20). Ambos dominaron la carrera de principio a fin, aunque unas horas antes
de acabar el #18 tuvo que abandonar por un fallo en el motor, el #20 logró la
primera victoria en Le Mans del 936 y de un coche turboalimentado.
En la temporada de 1977, a sabiendas del poco
interés que despertaba el mundial de resistencia, Porsche reservó sus 936/77
(evolución que sobre todo se notaba en las medidas de la carrocería) para la
carrera de las carreras, las 24h de Le Mans…
24 HS. DE LE MANS
11 de Junio de
1977
Aunque el protagonista de esta edición fue Porsche,
no podemos olvidar a la marca “de casa” que puso todos los medios para ganar
durante esta temporada, Renault. La marca gala no escatimó en gastos, y aunque
ya estaba clara su futura aventura en la fórmula 1, antes quería llegar a lo
más alto de la mítica francesa. En 1977 Porsche clasifica sólo dos coches,
frente a los cuatro Renault A442 (tres oficiales de la escudería Renault Sport
y uno privado del “Equipe Chaunac”. Completan la parrilla de favoritos dos
Inaltera, con buen resultado el año anterior, dos Mirage (1º y 3º en la edición
de 1975) un Lola T286 y un De Cadenet T380. Las categorías más pequeñas estaban
bien nutridas de alemanes, pues la marca de Stuttgart contaba con nada menos
que 23 coches, entre 935 (5), 934 (6), y Carrera RS (7) y RSR (5), además de 4
BMW 3.0 CSL, Alpine, Aston Martin, WM Peugeot…
La salida fue claramente para los franceses. Los
Renault A442 se hicieron dueños de la carrera imprimiendo un ritmo fortísimo en
la carrera. Porsche, con el #3 de Ickx-Pescarolo lo seguían de cerca, pero
perdían algo de terreno y el 935 Oficial seguía esta cabeza de carrera, pero
nada podía hacer ante los coches sport.
La primera sorpresa mayúscula llegó hacia las ocho
de la tarde. El 936 #3 pilotado por Icxk y Pescarolo que habían luchado por
mantenerse en la cabeza de carrera rompió el motor. El público perdió parte del
interés en la carrera, pues el coche del héroe local, Henri Pescarolo había
quedado fuera. Porsche lo tuvo bien claro. Su piloto estrella, el belga Jacky
Ickx, pasaría al 936 #4 que en ese momento se encontraba muy muy retrasado por problemas de encendido. Mientras tanto, Renault ya pensaba en su primera
victoria en La Sarthe, pero Porsche no hace las cosas porque si, y Jacky Ickx
empezó una de las remontadas más legendarias de la historia de Le Mans.
El belga pilotó durante la mayoría de relevos nocturnos, y los tiempos de vuelta rápida iban cayendo vuelta a vuelta. Cuando despuntaba el alba, el Porsche ya estaba a la estela de los Renault de #9 de Jabouille-Bell y #8 de Depallier-Laffite. Jabouille se retiró a las 9:30 de la mañana, y el Renault de Depallier mantuvo las esperanzas galas hasta las 12, pero finalmente también se vio obligado al abandono. Los alemanes sí que tenían la victoria en el bolsillo, a casi 20 vueltas del segundo clasificado, solo lo improbable podía apartarlos de la victoria. Pero dicen que Murphy es un guasón, y a menos de tres horas de finalizar la carrera el Porsche se ve aquejado por el esfuerzo nocturno de Ickx. Los mecánicos ven clara la solución, desconectar uno de los seis cilindros del 936, y esperar en boxes la bandera a cuadros. Pero el reglamento no lo permitía, antes de la bandera a cuadros el coche debía dar las dos últimas vueltas. Y no sólo eso, si el tiempo por vuelta era demasiado tranquilo, el coche sería descalificado.
El box de Porsche se inundó de preocupación. La persona adecuada para esas dos últimas vueltas estaba clara, el piloto e ingeniero alemán Jürgen Barth, pues él sabría rodar con el mayor control sobre la máquina, pero la mayor preocupación era el tiempo por vuelta, ¿debían jugársela e ir al ritmo que el piloto considerase correcto? ¿O era demasiado riesgo para salirse del tiempo o para forzar la máquina más de la cuenta?. La solución apareció de la forma más simple desde el box de Porsche. Barth llevaría en el volante un cronómetro, fijado de la mejor forma posible al volante, el piloto salió de boxes a las 15:55h, a cinco minutos del banderazo final, dispuesto a dar toda su experiencia para lograr la cuarta victoria de Porsche en Le Mans. Y lo consiguió. A las 16:02h de la tarde la bandera a cuadros bajó dándo una merecidísima victoria al Porsche #4 que llegó con un inquietante humo que venía del vano del motor, queriendo decir de esta forma, que había dado todo de sí para llegar hasta donde había llegado, a lo más alto del cajón.
El belga pilotó durante la mayoría de relevos nocturnos, y los tiempos de vuelta rápida iban cayendo vuelta a vuelta. Cuando despuntaba el alba, el Porsche ya estaba a la estela de los Renault de #9 de Jabouille-Bell y #8 de Depallier-Laffite. Jabouille se retiró a las 9:30 de la mañana, y el Renault de Depallier mantuvo las esperanzas galas hasta las 12, pero finalmente también se vio obligado al abandono. Los alemanes sí que tenían la victoria en el bolsillo, a casi 20 vueltas del segundo clasificado, solo lo improbable podía apartarlos de la victoria. Pero dicen que Murphy es un guasón, y a menos de tres horas de finalizar la carrera el Porsche se ve aquejado por el esfuerzo nocturno de Ickx. Los mecánicos ven clara la solución, desconectar uno de los seis cilindros del 936, y esperar en boxes la bandera a cuadros. Pero el reglamento no lo permitía, antes de la bandera a cuadros el coche debía dar las dos últimas vueltas. Y no sólo eso, si el tiempo por vuelta era demasiado tranquilo, el coche sería descalificado.
El box de Porsche se inundó de preocupación. La persona adecuada para esas dos últimas vueltas estaba clara, el piloto e ingeniero alemán Jürgen Barth, pues él sabría rodar con el mayor control sobre la máquina, pero la mayor preocupación era el tiempo por vuelta, ¿debían jugársela e ir al ritmo que el piloto considerase correcto? ¿O era demasiado riesgo para salirse del tiempo o para forzar la máquina más de la cuenta?. La solución apareció de la forma más simple desde el box de Porsche. Barth llevaría en el volante un cronómetro, fijado de la mejor forma posible al volante, el piloto salió de boxes a las 15:55h, a cinco minutos del banderazo final, dispuesto a dar toda su experiencia para lograr la cuarta victoria de Porsche en Le Mans. Y lo consiguió. A las 16:02h de la tarde la bandera a cuadros bajó dándo una merecidísima victoria al Porsche #4 que llegó con un inquietante humo que venía del vano del motor, queriendo decir de esta forma, que había dado todo de sí para llegar hasta donde había llegado, a lo más alto del cajón.
Por detrás del 936 llegó el Mirage de Schuppan y
Jarier, con un merecido 2º puesto y con la medalla de bronce se alzó el 935 de
la escudería JMS Racing con Ballot-Lena y Greg al volante.
La miniatura parte de un 936/81 de Spirit. Hace un tiempo me animé a hacerlo yo mismo, pero no quedó nada bien, así que le pedí a mi amigo Pedro que me echase un cable. Él se encargó de "la chapa", yo de la pintura, calcas y montaje, y el resultado es este. El piloto, como se puede apreciar es Júrgen Barth, con el cronómetro en el volante que le sirvió de ayuda en ese desesperado stint final de la carrera gala.
Hasta la próxima, que espero no se demore tantísimo como esta.
*El título del artículo pertenece a un vídeo
oficial de promoción de Porsche AG, por tanto es propiedad de dicha empresa.