lunes, 17 de agosto de 2015

Porsche 936/77 - Martini Racing de Spirit/Alpine2000 Winner Le Mans 1977

RECUPERANDO TERRENO SIN PARAR*




En el invierno de 1976, la categoría de prototipos pendía de un hilo para el campeonato mundial de resistencia. Los organizadores querían dar más protagonismo a los coches de producción o GT y dejar a un lado a los prototipos. Porsche no era partidario de esto, y ese mismo invierno presentó el novísimo Porsche 936, un prototipo de carrocería abierta propulsado por un motor seis cilindros bóxer de 2.142cc ya visto en modelos anteriores de la marca, pero potenciado hasta alcanzar los 520cv de potencia. Como ya era habitual en la casa de Stuttgart, Porsche innovó pero a partir de material ya existente en sus talleres. La suspensión, frenos y caja de cambio estaban cogidas de los míticos 917. Su chasis, aunque más moderno, también estaba inspirado en aquellos monstruos de las carreras que 7 años antes habían empezado a atemorizar a todos sus contrincantes. Como venía siendo habitual en los años 70, Porsche decoró sus coches con los colores del Martini Racing, primero en negro y posteriormente en blanco. La primera carrera vestido de negro (la primera y última) el 936 casi fulminó a todos sus adversarios en pocos kilómetros, pero un fallo en el cable del acelerador obligó al “diablo negro” (apodado así por la prensa) a abandonar. Era la primera carrera, y aun sin haber llegado ni siquiera a la bandera a cuadros, ya se veía que apuntaba maneras. Después el Porsche se vistió de blanco y barrió a todo oponente de las pistas, ganando seis de las siete carreras del mundial de 1976. Esto tiene aún más mérito si se tiene en cuenta que Porsche sólo se desplazaba a los circuitos con una sola unidad de su prototipo, lo que obligaba a no cometer ni un solo error.




En junio de 1976, Porsche inscribió dos 936 en las 24h de Le Mans, confiados a las parejas Barth-Joëst (#18) e Ickx-van Lennep (#20). Ambos dominaron la carrera de principio a fin, aunque unas horas antes de acabar el #18 tuvo que abandonar por un fallo en el motor, el #20 logró la primera victoria en Le Mans del 936 y de un coche turboalimentado.

En la temporada de 1977, a sabiendas del poco interés que despertaba el mundial de resistencia, Porsche reservó sus 936/77 (evolución que sobre todo se notaba en las medidas de la carrocería) para la carrera de las carreras, las 24h de Le Mans…


24 HS. DE LE MANS
         
11 de Junio de 1977

Aunque el protagonista de esta edición fue Porsche, no podemos olvidar a la marca “de casa” que puso todos los medios para ganar durante esta temporada, Renault. La marca gala no escatimó en gastos, y aunque ya estaba clara su futura aventura en la fórmula 1, antes quería llegar a lo más alto de la mítica francesa. En 1977 Porsche clasifica sólo dos coches, frente a los cuatro Renault A442 (tres oficiales de la escudería Renault Sport y uno privado del “Equipe Chaunac”. Completan la parrilla de favoritos dos Inaltera, con buen resultado el año anterior, dos Mirage (1º y 3º en la edición de 1975) un Lola T286 y un De Cadenet T380. Las categorías más pequeñas estaban bien nutridas de alemanes, pues la marca de Stuttgart contaba con nada menos que 23 coches, entre 935 (5), 934 (6), y Carrera RS (7) y RSR (5), además de 4 BMW 3.0 CSL, Alpine, Aston Martin, WM Peugeot…


La salida fue claramente para los franceses. Los Renault A442 se hicieron dueños de la carrera imprimiendo un ritmo fortísimo en la carrera. Porsche, con el #3 de Ickx-Pescarolo lo seguían de cerca, pero perdían algo de terreno y el 935 Oficial seguía esta cabeza de carrera, pero nada podía hacer ante los coches sport.
La primera sorpresa mayúscula llegó hacia las ocho de la tarde. El 936 #3 pilotado por Icxk y Pescarolo que habían luchado por mantenerse en la cabeza de carrera rompió el motor. El público perdió parte del interés en la carrera, pues el coche del héroe local, Henri Pescarolo había quedado fuera. Porsche lo tuvo bien claro. Su piloto estrella, el belga Jacky Ickx, pasaría al 936 #4 que en ese momento se encontraba muy muy retrasado por problemas de encendido. Mientras tanto, Renault ya pensaba en su primera victoria en La Sarthe, pero Porsche no hace las cosas porque si, y Jacky Ickx empezó una de las remontadas más legendarias de la historia de Le Mans. 




El belga pilotó durante la mayoría de relevos nocturnos, y los tiempos de vuelta rápida iban cayendo vuelta a vuelta. Cuando despuntaba el alba, el Porsche ya estaba a la estela de los Renault de #9 de Jabouille-Bell y #8 de Depallier-Laffite. Jabouille se retiró a las 9:30 de la mañana, y el Renault de Depallier mantuvo las esperanzas galas hasta las 12, pero finalmente también se vio obligado al abandono. Los alemanes sí que tenían la victoria en el bolsillo, a casi 20 vueltas del segundo clasificado, solo lo improbable podía apartarlos de la victoria. Pero dicen que Murphy es un guasón, y a menos de tres horas de finalizar la carrera el Porsche se ve aquejado por el esfuerzo nocturno de Ickx. Los mecánicos ven clara la solución, desconectar uno de los seis cilindros del 936, y esperar en boxes la bandera a cuadros. Pero el reglamento no lo permitía, antes de la bandera a cuadros el coche debía dar las dos últimas vueltas. Y no sólo eso, si el tiempo por vuelta era demasiado tranquilo, el coche sería descalificado. 




El box de Porsche se inundó de preocupación. La persona adecuada para esas dos últimas vueltas estaba clara, el piloto e ingeniero alemán Jürgen Barth, pues él sabría rodar con el mayor control sobre la máquina, pero la mayor preocupación era el tiempo por vuelta, ¿debían jugársela e ir al ritmo que el piloto considerase correcto? ¿O era demasiado riesgo para salirse del tiempo o para forzar la máquina más de la cuenta?. La solución apareció de la forma más simple desde el box de Porsche. Barth llevaría en el volante un cronómetro, fijado de la mejor forma posible al volante, el piloto salió de boxes a las 15:55h, a cinco minutos del banderazo final, dispuesto a dar toda su experiencia para lograr la cuarta victoria de Porsche en Le Mans. Y lo consiguió. A las 16:02h de la tarde la bandera a cuadros bajó dándo una merecidísima victoria al Porsche #4 que llegó con un inquietante humo que venía del vano del motor, queriendo decir de esta forma, que había dado todo de sí para llegar hasta donde había llegado, a lo más alto del cajón.




Por detrás del 936 llegó el Mirage de Schuppan y Jarier, con un merecido 2º puesto y con la medalla de bronce se alzó el 935 de la escudería JMS Racing con Ballot-Lena y Greg al volante.


La miniatura parte de un 936/81 de Spirit. Hace un tiempo me animé a hacerlo yo mismo, pero no quedó nada bien, así que le pedí a mi amigo Pedro que me echase un cable. Él se encargó de "la chapa", yo de la pintura, calcas y montaje, y el resultado es este. El piloto, como se puede apreciar es Júrgen Barth, con el cronómetro en el volante que le sirvió de ayuda en ese desesperado stint final de la carrera gala.

Por último, dejo el video resumen de la hazaña llevada a cabo por este coche y estos pilotos para poder alzarse en lo más alto del cajón en Le Mans:



Hasta la próxima, que espero no se demore tantísimo como esta.


*El título del artículo pertenece a un vídeo oficial de promoción de Porsche AG, por tanto es propiedad de dicha empresa.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Bentley Embiricos - H.S.F. Hay de Tertre Rouge 6º Le Mans 1949

El comienzo de la aventura de un Bentley único y exclusivo





Tras ser absorbidos por Rolls-Royce en 1931, Bentley no era sino una sombra de lo que fué. Durante la década de 1920 el fabricante británico había construido automóviles deportivos de altos rendimiento que habían ganado las 24 Horas de Le Mans cinco veces (1924, 1927-30) en ocho intentos. La línea exquisita, aunque menos rentable, fue reemplazada, ligeramente modificada y rebautizada como Rolls-Royce más económicos.

Estos “Bentley” fueron buenos coches, pero ya hacia el final de la década perdieron la competitividad de la que antaño gozaron. Ante el asombro de todos, Rolls-Royce reconoció el problema que aquejaba a estos modelos, y pidió a los ingenieros de Bentley que encontraran una solución partiendo del modelo que tenían en catálogo,  el 4 ¼ litres.

    Con el fin de tener una clara idea de la situación, uno de los Bentley 4 ¼ Litres fue enviado, para hacer pruebas, al túnel de viento de Bristol, donde se dieron cuenta de que el modelo necesitaba urgentemente un nuevo diseño exterior, para que los Bentley pudieran aprovechar al máximo la velocidad que podian entregar sus motores.  Tras las pruebas realizadas, se llegó a la conclusión de que uno de los mayores problemas que presentaba el modelo era la clásica parrilla, típica de los modelos Bentley. Según los ingenieros, ésta “Tenía las características aerodinámicas de una pared de ladrillos”, aunque debían de  llevar cuidado, pues dicha parrilla era, el distintivo de la marca de Crewe.


Ante el temor de que un nuevo de diseño de parrilla no fuera del agrado de los selectos clientes de Bentley, se pidió a los ingenieros que antes de comenzar con los trabajos de diseño de un nuevo modelo, encontraran a un comprador para ese diseño experimental que se pretendía. Bentley encontró a su hombre perfecto, el magnate naviero griego André Embíricos, que era un entusiasta de los coches “Low Drag” o de baja resistencia aerodinámica.

Para el diseño de la  nueva carrocería, Bentley envió un chasis de su 4 ¼ Litres a Francia, donde los carroceros ya habían construido algunas carrocerías muy aerodinámicas. Bentley encargó el diseño a Georges Paulin, ya que los ingenieros se habían quedado impresionados por sus trabajos sobre los Peugeot Darl’Mat. Paulin diseñó para Bentley un coupé que recordaba a los diseños de “gota de agua” propio de los Talbot Lago y Delage. El diseño del nuevo Bentley también incluía un radiador cubierto y defensas en forma de lágrima. La parte trasera contenía las ruedas traseras cubiertas, lo que contribuía a la mejora aerodinámica del conjunto.

Antes de enviar a París el chasis del 4 ¼ Litres para ensamblar la nueva carrocería, los ingenieros de Bentley hicieron unos ajustes, sobre todo a nivel de mecánica. Se incrementó la compresión de los 6 cilindros y se acoplaron unos carburadores más grandes, que incrementaba la potencia en 17CV, lo que lanzaría al nuevo Bentley “Embíricos” hasta los 142CV.

El chasis fue enviado a los talleres de Pourtout; el constructor elegido por Paulin. Los artesanos de Pourtout construyeron una carrocería íntegramente en aluminio para reducir el peso al mínimo. Este trabajo dio como resultado un ahorro de más de 100kg en comparación a una carrocería convencional.

El Bentley “Embiricos” se completó durante el verano de 1938, e inmediatamente fue enviado a la pista de Montlhery, al sur de París, para realizar pruebas dinámicas. El coche no superó en un primer momento las 100mph (160 km/h aprox) pero el conductor al bajar del coche no tuvo ninguna duda “Es un coche ágil, además se conduce muy bien”

Aunque André Embíricos recogió su nuevo “juguete” tan pronto como le fue posible, poco después lo ofreció a la fábrica para que continuasen con las pruebas dinámicas pertinentes. Antes de finalizar ese año de 1938 los ingenieros lograron que el “Embiricos” lograse batir el récord de velocidad en el autódromo de Brooklands con una velocidad de 120 mph (195 km/h aprox).

A pesar de encontrar el experimento de Bentley verdaderamente fascinante, André Embiricos se deshizo de su Bentley, que fue a parar a manos del británico Jack Hay. J. Hay disfrutó de su Bentley durante una década, y durante ese periodo, no solo se dedicó a disfrutarlo en el garaje, sino que lo disfrutó conduciéndolo por carretera, que era para lo que se había concebido este coche, pero en 1949, J. Hay se inscribió en las 24h de Le Mans, haciendo pareja con Tommy Wisdom. A pesar de los años que el “Embiricos” cargaba a sus espaldas realizó una carrera formidable, quedando 6º de la general y 2º de su categoría 3001-5000cc en una carrera que se adjudicó Ferrari en su primera participación en la mítica prueba francesa. Tras el éxito cosechado el año anterior, J. Hay aprovechó para inscribir su coche en los dos años siguientes, quedando 14º y 22º en 1950 y 1951 respectivamente.



Los miedos de Bentley sobre si un cambio radical en la parte más distintiva de sus modelos se confirmaron, el diseño, muy avanzado para su época, no recibió el aprobado universal, y, a pesar de tener un rendimiento deportivo claramente superior a sus hermanos de marca, Bentley no mandó ningún otro chasis a los talleres de Paulin. 


24h Le Mans 1949 - 25-26 Junio

                Desde junio de 1939, la locura humana había puesto fin a todas las actividades deportivas. En Le Mans, como en otras partes, la vida recuperaba poco a poco su ritmo, pero la Segunda Guerra Mundial había destruido por completo una gran parte de la ciudad y las famosas instalaciones del circuito. Éste se encontraba, por desgracia, cerca de un aeródromo considerado estratégico por los beligerantes, y los bombardeos aéreos, sabotajes y demoliciones durante la retirada dejaron los alrededores del camino de Laignée en ruinas.

Desde el final de las hostilidades y a pesar de todas las restricciones existentes, el ACO volvió a ponerse manos a la obra con perseverancia. Su presidente, Paul Jamin, presentó con orgullo el 29 de diciembre de 1948 el nuevo reglamento de las 24 Horas de Le Mans, programadas de  nuevo para el 25 y 26 de junio de 1949. Una de las más arduas tareas a las que se enfrentó el ACO fue a la elaboración del reglamento deportivo, ¿Cómo podían establecer una equivalencia entre los antiguos Delage, Alfa Romeo o Talbot de antes de la guerra con los modernos Ferrari con motor V12 o los debutantes Delettrez con motor diésel, un tipo de carburante nunca antes visto en las 24 horas?



La guerra había revolucionado por completo el panorama comercial y técnico. Algunas marcas habían desaparecido y otras nuevas habían nacido con grandes avances técnicos. Así, un tal C. Hardy, inscribió su propio Renault 4CV, el primer coche con motor en disposición trasera que participó en las 24 Horas. Entre los participantes se encontraban, entre otros, un Delettrez diésel, dos Ferrari 166MM, llamados así por su reciente resultado en las Mille Miglia italianas, varios Aston Martin, nuestro protagonista, el Bentley Embiricos con motor Rolls Royce, dos Aero Minor, un Singer, dos Simca, dos Monopole-Simca y dos Simca-Gordini. Aunque se esperaban 53 coches, tras las pruebas técnicas quedaron únicamente 49 participantes.

Así pues, fueron 49 pilotos los que salieron disparados al bajar la bandera de la República Francesa a las 16:00h de aquel 22 de junio. Los británicos eran numerosos para apoyar a los Aston Martin y a nuestro protagonista, el Bentley Embiricos del piloto particular Jack Hay, junto con el también británico Tommy Wisdom, El tiempo era muy bueno, y desde las primeras vueltas se pudo comprobar que los Delahaye llevaban la batuta de esta 1ª edición de después de la guerra. Durante cuatro horas, los Delahaye conservaron el mando, hasta que se incendió el de Charles Pozzi.

Para entonces faltaba ya el Aston Martin con motor de 2,5 litros y un HRG, retirado con el sistema de refrigeración averiado. Como los demás también habían sufrido daños más o menos graves, a las siete de la tarde el Ferrari de “Dreyfus”-Lucas, se puso en cabeza. Un gran estreno para la marca italiana, que descubría, aunque de forma no oficial, las 24 horas de Le Mans.

Por desgracia para la marca de Maranello, “Dreyfus” se salió de la pista en Maison Blanche en un adelantamiento. Una buena oportunidad que supieron aprovechar Vallée-Mairesse con su Talbot, el cual, transcurrida una cuarta parte de la prueba, tenía sólo 15 segundos de ventaja sobre el Ferrari pilotado aún por Luigi Chinetti, que no había recibido ningún relevo desde la salida. Una hora más tarde, el 166MM angloamericano le sustituyó en cabeza, sin poder distanciarse del Talbot de Guy Mairesse, a 1’54’’, ni al Delage de Veuillet-Mouche, a 3’43’’. Pero lord Selsdon, propietario del Ferrari líder, el #22 pilotado por Chinetti, no tenía intención alguna de ponerse al volante, sino que prefirió dar una recepción a sus amigos y dejar que Chinetti corriese un relevo tras otro. Éste consiguió, a pesar de todo, dominar la situación gracias en parte a las dificultades que se abatieron sobre sus adversarios. Así, a la una de la mañana el Delage de Veuillet, que había adelantado al Talbot, perdió media hora por problemas de transmisión, mientras que el Talbot abandonó. Gracias a ello, Louveau-Jover (Delage) y Aldington-Culpan (Frazer-Nash) se situaron en puestos de podio. Llegó la noche, periodo propicio para abrir distancias en función de la calidad de la visión y de la calidad de los faros de cada uno de los coches. De esta forma, el Delage de Gérard-Godia, con dos faros amarillos y otros dos adicionales, recuperó terreno sin cesar. A media carrera, el Ferrari llevaba tres vueltas de ventaja a ese Delage D6S

Pero el gran acontecimiento de la carrera se produjo a las 4:26h de la madrugada, cuando Selsdon abandonó, entre aplausos, a sus invitados para correr el primer relevo de su carrera, ¡tras casi 12 horas y media de carrera!  Pero a las 5:38h se paró en boxes para repostar, y volvió a ceder su asiento a Chinetti, que no había podido descansar, más que una hora escasa. A la salida del sol, el Ferrari tenía dos vueltas de ventaja sobre su más inmediato perseguidor, el Delage D6S de Louveau, aunque éste remontaba al Ferrari a un ritmo de 6 segundos por vuelta.



La mañana resultó dura para los que todavía seguían en carrera. Louveau-Jover perdieron tiempo, mientras que Chinetti, todavía conduciendo en solitario, se detuvo a causa de un fuerte golpe producido al esquivar al Talbot Coupé de Morel-Chambas. Los dos primeros clasificados quedaron, por tanto, inmovilizados, pero tras media hora de pausa, el Ferrari volvió a salir en primer lugar, después de efectuar un gran trabajo en la parte delantera del 166MM. La carrera estaba decidida y el trío de cabeza se mantuvo sin cambios hasta la meta.

A las 16h del domingo, el presidente de La República agitó la bandera para proclamar la llegada de Chinetti y su Ferrari 166MM, el mismo ejemplar, que en el mes de mayo se había proclamado vencedor en las durísimas Mille Miglia de Brescia. Para el constructor de Maranello, era la primera de una larga serie de victorias, que vendrían unos pocos años después. Para Chinetti, su tercera corona, ésta, prácticamente en solitario. Pero el gran triunfador de estas 24h fue sin duda el ACO, ya que fueron unas 24h espectaculares, que no hacían más que augurar el prometedor futuro que le esperaba al futuro de esta carrera.

Le Mans volvió a ponerse en marcha tras diez años de interrupción con la victoria de una nueva marca y de un piloto conocido. Era el mejor final en un momento en que tenían que coexistir los recuerdos del pasado y los proyectos más recientes. Lo más curioso de esta edición fue que, aun habiendo avanzado diez años en el tiempo y con una superior tecnología, los récords de la edición de 1939 quedaron intactos, pues no se consiguió batir ni la vuelta rápida, ni la distancia.
La miniatura es un kit de Tertre Rouge Racing Cars (TRRC). Llantas, neuáticos y resto de mecánica de Cartrix y chasis de fibra. Calcas artesanales y mucha paciencia para un coche que estuvo puñetero.
Espero que os guste. Un Saludo