Tras ser absorbidos por Rolls-Royce en 1931,
Bentley no era sino una sombra de lo que fué. Durante la década de 1920 el
fabricante británico había construido automóviles deportivos de altos
rendimiento que habían ganado las 24 Horas de Le Mans cinco veces (1924,
1927-30) en ocho intentos. La línea exquisita, aunque menos rentable, fue
reemplazada, ligeramente modificada y rebautizada como Rolls-Royce más económicos.
Estos “Bentley” fueron buenos coches, pero ya hacia el final de la
década perdieron la competitividad de la que antaño gozaron. Ante el asombro de
todos, Rolls-Royce reconoció el problema que aquejaba a estos modelos, y pidió
a los ingenieros de Bentley que encontraran una solución partiendo del modelo
que tenían en catálogo, el 4 ¼ litres.
Con el fin de tener una clara idea de la situación, uno de los Bentley 4 ¼ Litres fue enviado, para hacer pruebas, al túnel de viento de Bristol, donde se dieron cuenta de que el modelo necesitaba urgentemente un nuevo diseño exterior, para que los Bentley pudieran aprovechar al máximo la velocidad que podian entregar sus motores. Tras las pruebas realizadas, se llegó a la conclusión de que uno de los mayores problemas que presentaba el modelo era la clásica parrilla, típica de los modelos Bentley. Según los ingenieros, ésta “Tenía las características aerodinámicas de una pared de ladrillos”, aunque debían de llevar cuidado, pues dicha parrilla era, el distintivo de la marca de Crewe.
Con el fin de tener una clara idea de la situación, uno de los Bentley 4 ¼ Litres fue enviado, para hacer pruebas, al túnel de viento de Bristol, donde se dieron cuenta de que el modelo necesitaba urgentemente un nuevo diseño exterior, para que los Bentley pudieran aprovechar al máximo la velocidad que podian entregar sus motores. Tras las pruebas realizadas, se llegó a la conclusión de que uno de los mayores problemas que presentaba el modelo era la clásica parrilla, típica de los modelos Bentley. Según los ingenieros, ésta “Tenía las características aerodinámicas de una pared de ladrillos”, aunque debían de llevar cuidado, pues dicha parrilla era, el distintivo de la marca de Crewe.
Ante el temor de que un nuevo de diseño de parrilla no fuera del agrado de los selectos clientes de Bentley, se pidió a los ingenieros que antes de comenzar con los trabajos de diseño de un nuevo modelo, encontraran a un comprador para ese diseño experimental que se pretendía. Bentley encontró a su hombre perfecto, el magnate naviero griego André Embíricos, que era un entusiasta de los coches “Low Drag” o de baja resistencia aerodinámica.
Para el diseño de la nueva
carrocería, Bentley envió un chasis de su 4 ¼ Litres a Francia, donde
los carroceros ya habían construido algunas carrocerías muy aerodinámicas.
Bentley encargó el diseño a Georges Paulin, ya que los ingenieros se habían
quedado impresionados por sus trabajos sobre los Peugeot Darl’Mat. Paulin
diseñó para Bentley un coupé que recordaba a los diseños de “gota de agua”
propio de los Talbot Lago y Delage. El diseño del nuevo Bentley también incluía
un radiador cubierto y defensas en forma de lágrima. La parte trasera contenía
las ruedas traseras cubiertas, lo que contribuía a la mejora aerodinámica del
conjunto.
Antes de enviar a París el chasis del 4 ¼ Litres para
ensamblar la nueva carrocería, los ingenieros de Bentley hicieron unos ajustes,
sobre todo a nivel de mecánica. Se incrementó la compresión de los 6 cilindros
y se acoplaron unos carburadores más grandes, que incrementaba la potencia en
17CV, lo que lanzaría al nuevo Bentley “Embíricos” hasta los 142CV.
El chasis fue enviado a los talleres de Pourtout; el constructor
elegido por Paulin. Los artesanos de Pourtout construyeron una carrocería
íntegramente en aluminio para reducir el peso al mínimo. Este trabajo dio como
resultado un ahorro de más de 100kg en comparación a una carrocería
convencional.
El Bentley “Embiricos” se completó durante el verano de
1938, e inmediatamente fue enviado a la pista de Montlhery, al sur de París,
para realizar pruebas dinámicas. El coche no superó en un primer momento las
100mph (160 km/h aprox) pero el conductor al bajar del coche no tuvo ninguna
duda “Es un coche ágil, además se conduce muy bien”
Aunque André Embíricos recogió su nuevo “juguete” tan pronto como
le fue posible, poco después lo ofreció a la fábrica para que continuasen con
las pruebas dinámicas pertinentes. Antes de finalizar ese año de 1938 los
ingenieros lograron que el “Embiricos” lograse batir el récord de
velocidad en el autódromo de Brooklands con una velocidad de 120 mph (195 km/h
aprox).
A
pesar de encontrar el experimento de Bentley verdaderamente fascinante, André
Embiricos se deshizo de su Bentley, que fue a parar a manos del británico Jack
Hay. J. Hay disfrutó de su Bentley durante una década, y durante ese periodo,
no solo se dedicó a disfrutarlo en el garaje, sino que lo disfrutó
conduciéndolo por carretera, que era para lo que se había concebido este coche,
pero en 1949, J. Hay se inscribió en las 24h de Le Mans, haciendo pareja con
Tommy Wisdom. A pesar de los años que el “Embiricos” cargaba a sus
espaldas realizó una carrera formidable, quedando 6º de la general y 2º de su
categoría 3001-5000cc en una carrera que se adjudicó Ferrari en su primera
participación en la mítica prueba francesa. Tras el éxito cosechado el año
anterior, J. Hay aprovechó para inscribir su coche en los dos años siguientes,
quedando 14º y 22º en 1950 y 1951 respectivamente.
Los
miedos de Bentley sobre si un cambio radical en la parte más distintiva de sus
modelos se confirmaron, el diseño, muy avanzado para su época, no recibió el
aprobado universal, y, a pesar de tener un rendimiento deportivo claramente
superior a sus hermanos de marca, Bentley no mandó ningún otro chasis a los
talleres de Paulin.
24h
Le Mans 1949 - 25-26 Junio
Desde junio
de 1939, la locura humana había puesto fin a todas las actividades deportivas.
En Le Mans, como en otras partes, la vida recuperaba poco a poco su ritmo, pero
la Segunda Guerra Mundial había destruido por completo una gran parte de la
ciudad y las famosas instalaciones del circuito. Éste se encontraba, por
desgracia, cerca de un aeródromo considerado estratégico por los beligerantes,
y los bombardeos aéreos, sabotajes y demoliciones durante la retirada dejaron
los alrededores del camino de Laignée en ruinas.
Desde el final de las hostilidades y a pesar de todas las
restricciones existentes, el ACO volvió a ponerse manos a la obra con
perseverancia. Su presidente, Paul Jamin, presentó con orgullo el 29 de
diciembre de 1948 el nuevo reglamento de las 24 Horas de Le Mans, programadas
de nuevo para el 25 y 26 de junio de
1949. Una de las más arduas tareas a las que se enfrentó el ACO fue a la
elaboración del reglamento deportivo, ¿Cómo podían establecer una equivalencia
entre los antiguos Delage, Alfa Romeo o Talbot de antes de la guerra con los
modernos Ferrari con motor V12 o los debutantes Delettrez con motor diésel, un
tipo de carburante nunca antes visto en las 24 horas?
La guerra había revolucionado por completo el panorama comercial y
técnico. Algunas marcas habían desaparecido y otras nuevas habían nacido con
grandes avances técnicos. Así, un tal C. Hardy, inscribió su propio Renault
4CV, el primer coche con motor en disposición trasera que participó en las 24
Horas. Entre los participantes se encontraban, entre otros, un Delettrez
diésel, dos Ferrari 166MM, llamados así por su reciente resultado en las Mille
Miglia italianas, varios Aston Martin, nuestro protagonista, el Bentley
Embiricos con motor Rolls Royce, dos Aero Minor, un Singer, dos Simca, dos
Monopole-Simca y dos Simca-Gordini. Aunque se esperaban 53 coches, tras las
pruebas técnicas quedaron únicamente 49 participantes.
Así pues, fueron 49 pilotos los que salieron disparados al bajar
la bandera de la República Francesa a las 16:00h de aquel 22 de junio. Los
británicos eran numerosos para apoyar a los Aston Martin y a nuestro
protagonista, el Bentley Embiricos del piloto particular Jack Hay, junto con el
también británico Tommy Wisdom, El tiempo era muy bueno, y desde las primeras
vueltas se pudo comprobar que los Delahaye llevaban la batuta de esta 1ª
edición de después de la guerra. Durante cuatro horas, los Delahaye conservaron
el mando, hasta que se incendió el de Charles Pozzi.
Para entonces faltaba ya el Aston Martin con motor de 2,5 litros y
un HRG, retirado con el sistema de refrigeración averiado. Como los demás
también habían sufrido daños más o menos graves, a las siete de la tarde el Ferrari
de “Dreyfus”-Lucas, se puso en cabeza. Un gran estreno para la marca italiana,
que descubría, aunque de forma no oficial, las 24 horas de Le Mans.
Por desgracia
para la marca de Maranello, “Dreyfus” se salió de la pista en Maison Blanche en
un adelantamiento. Una buena oportunidad que supieron aprovechar Vallée-Mairesse
con su Talbot, el cual, transcurrida una cuarta parte de la prueba, tenía sólo
15 segundos de ventaja sobre el Ferrari pilotado aún por Luigi Chinetti, que no
había recibido ningún relevo desde la salida. Una hora más tarde, el 166MM
angloamericano le sustituyó en cabeza, sin poder distanciarse del Talbot de Guy
Mairesse, a 1’54’’, ni al Delage de Veuillet-Mouche, a 3’43’’. Pero lord
Selsdon, propietario del Ferrari líder, el #22 pilotado por Chinetti, no tenía
intención alguna de ponerse al volante, sino que prefirió dar una recepción a
sus amigos y dejar que Chinetti corriese un relevo tras otro. Éste consiguió, a
pesar de todo, dominar la situación gracias en parte a las dificultades que se
abatieron sobre sus adversarios. Así, a la una de la mañana el Delage de
Veuillet, que había adelantado al Talbot, perdió media hora por problemas de
transmisión, mientras que el Talbot abandonó. Gracias a ello, Louveau-Jover
(Delage) y Aldington-Culpan (Frazer-Nash) se situaron en puestos de podio.
Llegó la noche, periodo propicio para abrir distancias en función de la calidad
de la visión y de la calidad de los faros de cada uno de los coches. De esta
forma, el Delage de Gérard-Godia, con dos faros amarillos y otros dos
adicionales, recuperó terreno sin cesar. A media carrera, el Ferrari llevaba
tres vueltas de ventaja a ese Delage D6S
Pero el gran acontecimiento de la carrera se produjo a las 4:26h
de la madrugada, cuando Selsdon abandonó, entre aplausos, a sus invitados para
correr el primer relevo de su carrera, ¡tras casi 12 horas y media de
carrera! Pero a las 5:38h se paró en
boxes para repostar, y volvió a ceder su asiento a Chinetti, que no había
podido descansar, más que una hora escasa. A la salida del sol, el Ferrari
tenía dos vueltas de ventaja sobre su más inmediato perseguidor, el Delage D6S
de Louveau, aunque éste remontaba al Ferrari a un ritmo de 6 segundos por
vuelta.
La mañana resultó dura para los que todavía seguían en carrera. Louveau-Jover
perdieron tiempo, mientras que Chinetti, todavía conduciendo en solitario, se
detuvo a causa de un fuerte golpe producido al esquivar al Talbot Coupé de
Morel-Chambas. Los dos primeros clasificados quedaron, por tanto,
inmovilizados, pero tras media hora de pausa, el Ferrari volvió a salir en
primer lugar, después de efectuar un gran trabajo en la parte delantera del
166MM. La carrera estaba decidida y el trío de cabeza se mantuvo sin cambios
hasta la meta.
A las 16h del domingo, el presidente de La República agitó la
bandera para proclamar la llegada de Chinetti y su Ferrari 166MM, el mismo
ejemplar, que en el mes de mayo se había proclamado vencedor en las durísimas
Mille Miglia de Brescia. Para el constructor de Maranello, era la primera de una
larga serie de victorias, que vendrían unos pocos años después. Para Chinetti,
su tercera corona, ésta, prácticamente en solitario. Pero el gran triunfador de
estas 24h fue sin duda el ACO, ya que fueron unas 24h espectaculares, que no
hacían más que augurar el prometedor futuro que le esperaba al futuro de esta
carrera.
Le Mans volvió a ponerse en marcha tras diez años de interrupción
con la victoria de una nueva marca y de un piloto conocido. Era el mejor final
en un momento en que tenían que coexistir los recuerdos del pasado y los
proyectos más recientes. Lo más curioso de esta edición fue que, aun habiendo
avanzado diez años en el tiempo y con una superior tecnología, los récords de
la edición de 1939 quedaron intactos, pues no se consiguió batir ni la vuelta
rápida, ni la distancia.
La miniatura es un kit de Tertre Rouge Racing Cars (TRRC). Llantas, neuáticos y resto de mecánica de Cartrix y chasis de fibra. Calcas artesanales y mucha paciencia para un coche que estuvo puñetero.
Espero que os guste. Un Saludo